lunes, 17 de mayo de 2010

La ciudad de los domingos

¿Será por el clima? ¿Será por la hora? ¿Será porque es así? No sé. Analizó mientras nos preguntábamos porque esta ciudad siempre parecía domingo.

Las calles estaban vacías. Muchos locales, tiendas y museos cerrados. Lo único que no dormía era su río y su inmenso lago. Debe ser porque los patos hacen tanto ruido que nos los dejan descansar.

¿Cómo una ciudad que parece domingo puede ser la capital de un país de bancos tan ricos? Se supone que las cosas con plata se mueven rápido, pero este claramente no es el caso, es la más grande excepción.

La ciudad guarda silencio como esperando que personas fantasmas le den vida. Más allá de sus calles en subida, más allá de esas esculturas personificadas que sostienen balcones, más allá de sus interminables estaciones antiguas. Más allá...

No creo que a ninguna ciudad le guste ser un eterno domingo.

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