miércoles, 26 de mayo de 2010

Douane (F) AA 210 WV

Ya no me sorprenden los pasos por las aduanas itinerantes que pillan al bus en cualquier lado y comienzan la revisión. Que los pasaportes, las cédulas, el perro adicto que mueve la cola mientras busca droga o quién sabe qué más.

Veo a mis compañeros pasajeros parados, pegados a la ventana sapeando cómo revisan a uno que otro de nosotros. abren y desordenan las maletas, los toquetean enteros, hacen que se saquen los zapatos y por más que se les nota en la cara la molestia y la incomodidad por la situación, no pueden hacer nada.

La música en mis oídos hace que el circo parezca una película que sólo yo puedo ver pues los otros no son capaces de notarla. Es como si yo escribiera un guión, todos ellos fueran mis personajes y la historia ocurriera, más real que nunca, pero en mi cabeza. Algo inusual hace que yo crea que es verdad.

No entiendo por qué al que bajan y revisan nunca es rubio, alto y de ojos azules. La próxima vez él será mi protagonista.

...

Esta vez la realidad supero toda ficción. La tercera persona que bajo a revisión, un loco que hablaba italiano y que me había parecido bastante molesto –discutió con el auxiliar, fumo en el baño y me dijo estupideces- nunca más volvió a subir.

Mientras esto transcurría sucedió algo que no sé por qué me pareció extraño. Su amigo arriba seguía tranquilamente, casi ni se acercaba a la ventana. En un minuto que todos estaban pendientes de lo que pasaba abajo, él se paro y fue al baño velozmente... yo no podría ir al baño si a una amiga la revisan abajo, ni por más nerviosa que estuviera.

En un momento la mujer que estaba llamando para verificar su identidad, pues no traía ni pasaporte ni cedula de identidad por lo que pude escuchar, se acerco de manera cautelosa y cuando estuvo a su lado todo fue muy rápido. Esposado.

Acto seguido, subieron dos hombres que le dijeron algo al amigo del detenido y lo esposaron también. Los subieron a ambos al auto de la Aduana y luego de más de una hora de estar parados partimos como si nada. Sus puestos a mi izquierda quedaron vacíos sólo unos segundos. Una pareja se sentó ahí.

Quizás esto no suena a buena samaritana, pero desde que él se subió al bus siempre supe que no iba a llegar a su destino final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario