lunes, 24 de mayo de 2010

Caninos del Primer Mundo

Acá uno no ve perros vagabundos en las calles, salvo en Viena -hasta ahora- país que asumo que es la anomalía del continente. Acá los perros saben cruzar la calle, esperan el verde en el semáforo, se quedan al lado de sus dueños aunque no tengan una correa puesta al cuello y uno rara vez los ve gruñir.

Los perros del primer mundo son muy distintos a los nuestros. Se pueden subir a toda la locomoción colectiva -incluyendo los trenes- , van a los cafés, se echan en los restaurantes mientras los dueños comen y uno puede ver imágenes de ellos con un letrerito en la boca que avisa de cuánto será la multa si sus dueños no limpian sus residuos.

Para estos perros existen opciones a las cuales los nuestros nunca podrían optar: uno puede contratarles un seguro de vida; si les da cáncer, existe la posibilidad de realizarles quimioterapia; y todos y cada uno de ellos están adiestrados.

Los caninos en Chile no son así. La Jasha, por ejemplo, por más que trate de enseñarle modales nunca pude. Lo único que aprendió es que tenía que ir al baño afuera y avisar “tocando la puerta” cada vez que lo quisiera hacer. Pero cuando llega una visita es imposible, se tira en sus faldas y abusa de ellos. Cuando las personas comen puede estar parada o sentada horas al lado de ellos esperando comida. Odia a los niños chicos y generalmente les ladra y para rematar todo, tiene un trauma con los limpiaparabrisas del auto. Si, así es, ella no pude viajar las veces que llueva porque es cosa que uno haga funcionar las plumillas y la negrita se lanza decidida a atacarlas y morderlas. Claramente siempre choca contra el vidrio pero es capaz de no parar en todo el viaje.

Confieso también que rara vez va al veterinario, quizás nunca lo ha hecho. Espero todos los años a que la comuna ofrezca las vacunas gratis para desparasitarlos y contra la rabia, recién ahí la llevo.

Me parece que a los perros en Chile no se cuidan como se cuidan en Europa. Acá a veces son más que el mejor amigo, son la única compañía. Me da la impresión que muchos prefieren un perro a un hijo o una pareja.

De todos modos, aunque en nuestro país los educáramos y los adiestráramos como lo hacen aquí, creo que nunca tendríamos el mismo resultado.


1 comentario:

mafelín dijo...

morí de la risa!
estoy leyendo todas tus entradas :)
me he sentido tentada a escribir en muchas, pero no me acordaba cómo se hacia sin estar registrada en un blog.
ahora acabo de cachar que sí estoy registrada ajaja en el blog de periodísmo. Así que de ahora en adelante cuando otra nota me paresca tan genial como esta, te escribiré :)

PD: El encanto de los perros es que sean como aquí ;) se pasa mejor con un perro loco que se tira contra el vidrio que con uno que se sienta flemáticamente en un café europeo jiji

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