sábado, 26 de junio de 2010

La ciudad de los cómics, Bruselas

Es distinto viajar sólo cuatro horas en bus luego de estar acostumbrada a pasar todas las noches sobre él. Es distinto ir a una ciudad donde te están esperando, donde apenas te bajas en el terminal alguien te abraza, llora contigo y es tu amiga que no vez hace años. Es distinto ver un partido de Chile en un lugar lleno de chilenos. Todo siempre es distinto, sobre todo acá para mi.

Las calles en Bruselas son pequeñas, adoquinadas como todas, con lugares de inmigrantes y de no, con cómics en murallas, en esquinas, en calles sin salida, en todos lados. A la vez, tiene plazas que para mi tan plazas no son... siempre espero llegar y ver verde en algún lugar de ellas, pero no, sólo veo cemento gris y nada más.

Bruselas la he conocido en auto, un poco menos a pie, pero lo grato ha sido que casi siempre he estado acompañada. Riendo, copuchando en un banco tomando cerveza, mirando todo y escuchando historias, soñando con ellas, sintiéndome un poco más en casa, un poco menos de ningún lugar.

Tanto así que las palabras ya no inundan mi cabeza tratando de salir como metralleta por mi boca. El silencio esta vez me envolvió. Quizás lentamente las cosas decanten y me de cuenta de todo esto... quizás no.

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