sábado, 31 de julio de 2010

"Hecho en Chile"

Pompeya tiembla y no se debe a los Gladiadores. El suelo retumba, mi cuerpo vibra y la humedad me hace difícil la tarea de respirar.

Las piedras adquieren vida, las luces iluminan las ruinas y muchas personas sonríen, sonreímos. No muchas veces se escucha esta música tan lejos de casa.

El cielo se cubre como si al cantar ellos estuvieran desafiando a los Dioses, es una lucha campal. Suenan truenos, aparecen relámpagos y las nubes se vuelven tambores de otras melodías.

En la mitad de una canción, con aire a la "Cantata de Santa María", las nubes no aguantan más el estar en el medio y revientan, soltando un aguacero anormal para la fecha. Muchos corren se paran de sus asientos, otros corren, la gente se atocha en un pequeño túnel. Nosotras, tomamos nuestros cojines y nos cubrimos con ellos las cabezas mientras el agua chorrea por nuestros brazos y sopea completamente mis zapatillas.

Retirada se ha dicho, pero la función tiene que continuar...

Hoy vuelven los músicos al centro. El coro del Teatro San Carlo los acompaña otra vez y las canciones de Violeta Parra y Victor Jara se escurren entre la antigua ciudad destruida por la explos
ión del Vesubio.

No son los mismos asientos, no son las mismas personas a los lados, pero si es la misma sensación. Esa que hace añorar un país que hoy en día me es tan lejano y distante, pero que tira con mil raíces de mi. Un Chile del cual extraño sus olores, su gente, mis calles llenas de hoyos y sin adoquines.

Días como estos producen la melancolía por el hogar. Un día donde se celebra, por adelantado, el Bicentenario de mi país en otro país. Ya casi van 200 años de que un grupo de gente optara por la Independencia y mucho más.



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