domingo, 11 de julio de 2010

Días nublados

Las cosas como que no me emocionan tanto, no sé por qué. Trato de pensar en ello, en más cosas, para llegar a conclusiones elevadas pero no puedo. Me oculto en los audífonos -que esta vez no traje conmigo para evitar esa situación- o en los libros. Por lo mismo, estoy tratando de engullir el tengo a mi lado para ver si eso me da una respuesta al final.

Me escondo en un mundo del cual sólo Mae, una pequeña francesa-española de cinco años, me pudo sacar. Nos fuimos riendo en el tren, buscando el mar, conversando. Yo le enseñaba juegos, ella los reinventaba y la magia duró hasta que se bajo. Luego volví y empecé a desvariar.

Si fuera hombre en esta etapa de mi vida me dejaría crecer la barba y el pelo, leería más y hablaría menos. Flotaría en la mitad del mar en vez de dar brazadas para llegar a un lado u otro.


Si fuera hombre viajaría a muchos más lugares, no sé por qué.

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