lunes, 26 de julio de 2010

A veces

A veces la veo hundida en un mundo que siente que ya no tiene. Pienso que lo busca con la mirada, que hurga recuerdos en la cabeza, que inventa explicaciones en el segundo, pero ella me promete que no. Pero yo no lo sé. La miró y me pierdo en su eternidad ya pérdida, en esa que rehúye y rehúsa incesantes veces al día. Como si fuera su toc preferido, su momento sagrado, ese que ya a nadie le muestra, ni siquiera a ella. No se lo pueden quitar.

A veces no se da cuenta y corren lágrimas por sus mejillas, se atascan en un tráfico que no avanza por sus ojos. Colorean de rosado sus pupilas e inflan su estomago para aguantar. Pero a mí no me engaña por más que quiera, por más que diga que ya no duele, que es fuerte, que lo asumió y decidió, que tiene que seguir así. La veo y me recuerda a una drogadicta que está tratando de dejar una droga que ama, que la amó, que la todo. Se lo digo y dice que no. Quizás ella me dice la verdad y yo me engaño a mí creyendo algo que no es, cuestionándola a ella porque si.

A veces siento que ya no quiere sentir. Que en su vida ha sentido tanto que un poco más y… la veo buscando/se pedacitos de ella por el suelo, mirándolos y mirándose mientras se pregunta dónde encajara ese, qué diablos se hizo el otro, con qué los va a pegar esta vez. La veo y por más que quiero pienso que no puedo ayudarla, que no sé cómo, que ella no me ayuda a hacerlo.

A veces la veo y me veo a mí.

1 comentario:

marce dijo...

¿Será que somos lo que queremos ser y lo que no, también?

besos!

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