lunes, 19 de julio de 2010

9 + 1

"¿Te vines con nosotros a Praga?"

Llegamos a la estación central un poco pasadas las nueve de la noche. El tren saldría a las diez con once y yo no sabía si podría alcanzarlo. Pero no había nada que perder... me saqué las chalas -que me quedan gigantes- y comencé a correr bajo la lluvia rumbo al hostal. Llegué sin aire, busque mi mochila en la pieza y dije que me ten'ia que ir por una oferta de último minuto. Que asumía pagar la mitad pero no la noche entera. Baje, tome un taxi y llegue justo al terminal.

La gracia de viajar sola es esa. Si nueve españoles -que conociste en el tren a Auschwitz, que recorriste el campo con ellos y que son un amor- te invitan a viajar con ellos hay que hacerlo no más, de una. Las cosas acá no se piensan más de un segundo, las decisiones son momentos que pueden cambiar todo o nada y a mi, tantas cosas no me varian. Sólo un día más o uno menos en otro lugar, sólo poder pasear con personas vuelven las cosas distintas.

Y pese a que el viaje en tren anoche fue el peor que he tenido en estos cuatro meses, que barrí el suelo con mi ropa tratando de dormir ahí mientras me congelaba de frío y que finalmente, no pude dormir nada, pues me caían piernazos en la cara de vz en cuando. No me arrepiento en lo más mínimo de haber dejado el otro hostal, despedirme sin saludar a Cracovia y partir. Partir con nueve españoles que no conocía pero que ya, lentamente, comienzo a conocer. Lo bueno y lo malo.

1 comentario:

A G U A dijo...

YO SUEÑO TODAS LAS NOCHES CON ESTAR EN PRAGA.

Publicar un comentario