viernes, 16 de julio de 2010

Paris

Después de estar casi un mes visitando amigos, durmiendo en sus casas y quedandome con ellos, se me hace extraño volver a viajar sola. Los silencios son desconocidos y un poco más grandes, la música en mis oídos me hace falta y a cada paso que doy, mis pies ya avecinan la dulce tortura que regresa.

Paris me es un poco ajeno. Trato de recordar olores y lugares pero siete años no pasan en vano. Luego, en un momento, esquinas desconocidas se vuelven comunes como si hubiera soñado con ellas. Camino y recuerdo detalles que ya ni sabía que estaban en mi cabeza. Recuerdo y a la vez imagino recuerdos para llenar algunos vacíos, algunas lagunas que me van quedando... pero la Torre Eifel esta igual que siempre, pienso torpemente.

El día, pese a ser sólo unas cuantas horas, se transforma en lo ideal, en lo "común" que a veces me hace falta. Nos juntamos, esperamos por alguien en el pasillo de un edificio sentados en el suelo. Bajamos, tomamos cerveza Leff y comemos papas fritas. Él llega, tomamos vino, me fumo un cigarro más mientras el abecedario inhunda la pieza y lo reordenan para analizarlo.

Nos vamos. Dolor de cabeza, paradero, bus, guagua que llora, personas que huelen mal. Paradero, calle, custodia, cocav'i, tren, asiento. Despedida.

No hay como pasar un día con un amigo, donde sea que esto sea.

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