jueves, 26 de agosto de 2010

Bienvenida a Eivissa

Si sólo le hubiera puesto un poco más de atención a mi mamá, quizás todo sería distinto. Si sólo no pecara de inocencia tonta y pendejería extrema para ciertas cosas, quizás todo sería distinto. Pero no, no fue distinto e Ibiza me recibió a su más puro estilo.

No aceptes nada que te ofrezca un extraño. No bebas del vaso de alguien que no conoces. Siempre cuida el tuyo. No lo dejes sólo, botado, abandonado. No, no y más no, los cuales pareciera que me entraron por una oreja y me salieron por la otra porque de tanto pensar en: en Chile lo he hecho y no pasa nada, esas cosas no me podrían suceder a mi sino a otras, me sucedió.

"Las Dalias"
Bailabamos todos en la pista seudo trancera y por más que esa música no me guste, no había otra opción y yo la estaba disfrutando. Reía, hablaba, fumaba. Pero parece que conocí a los Ibizencos equivocados. Tan simpáticos, pensaba yo, hasta me ofrecen para tomar. Tonta.

En un momento el mundo se distorcionó frente a mi. Todo se veía entre borroso y coloreado, entre existente y lejano a la vez. Y por más que estuviera sentada en unos sillones en el piso, tratando de anclarme con la pierna a la realidad, mi pecho comenzó a tener contracciones. Baño.

Me acompaño Ana. Me miraba mientras me ofrecía todo tipo de ayuda: que te meto los dedos, que te doy una raya de sped -qué es eso? pensaba en mi silencio- que has cenado hoy... nada. Por más que me hechara agua sentía que mi vida estaba sin mí. Mi cara era de un pálido irreconocible y mis piernas comenzaban a temblar. Porfa llámalo, le dije. Me necesito ir a casa.

El frío del suelo me reconfortaba hasta que lo frío comenzó a ser mi sudor que salía de todos lados de mi cuerpo. Era como si un río congelado corriera por mi y me emparara de sensaciones que no conocía. Entre eso trataron de abrir la puerta y la bloqueé con mi cuerpo hasta que llegaron los dos con dos más. Entraron cuatro personas al baño, dos de ellas completamente desconocidas para mí. La han drogado, escuche a lo lejos, parece que con GHB. Disfrutalo, me decía una mujer mientras soplaba mi cara. Qué lo disfrute, pensaba yo en mi delirio, si nunca me meto estas cosas es por algo.

Mi piernas no eran capaces de mantener a mi cuerpo y en un segundo, todo se comenzó a dormir. Desde los dedos de mis pies hasta los dedos de mis manos. Mis brazos flotaban en un aire pesado que amenazaba con botarme a cada paso. Aunque me tenían sujeta, sentía que el desmayo era inminente.

El camino en el auto lo hice con el viento chocando en mi cara. Me baje y espere, acostada en el asfalto a que estacionaran. Salude a dos personas con caras borrosas y voces distorcionas. Pero qué ha pasado, preguntaban. La han drogado... "Bienvenida a Ibiza", dijeron ellos al unísono.

La escalera se hizo eterna. El agua con limón y azúcar raspaba mi garganta. La vergüenza que sentía hacía correr agua de mar por mis ojos y el frío, seguía calandose hasta la parte más profunda de mis huesos. Ni mi leal frazada de polar podía combatir contra él.

"Bienvenida a Ibiza", pensaba a lo lejos en mi cabeza mientras conseguía dormir entre llantos y confesiones. Bienvenida...



...



Lo encontré. Días de días después lo encontré y le pregunté: qué tenía, qué le pusiste. Cristal.

1 comentario:

A G U A dijo...

¡Noooooooo! qué feo lo q te hicieron! feos ibizianos!! pucha, más encima describes todo tan bien que casi siento ese sudor frío en mí...pero bueno, creo que ya aprendiste...deja que tu inocencia fluya como lo hace siempre, pero ¡prevención mujer, prevención!
De todas formas, me da un gusto lindo saber q sigues de gitanilla por el viejo mundo...

Saludos a la distancia!

Publicar un comentario