viernes, 13 de agosto de 2010

"Nosotras que nos queremos tanto"*

Mi pijama ya no huele a Berlín. Mi pijama ya no existe, se lo robaron con todo lo demás. Mi pijama ya no existe y una parte de mí tampoco. Es como si hubiera ido tirando mis cenizas en cada país que estuve y ahora, no sé qué me queda. Pero de que algo me queda algo me queda porque si no, esto ya habría dejado de doler.

Tengo miedo de llegar. Después de casi catorce horas viajando pienso a cada rato en descender en la próxima estación y dar media vuelta. Ya no sé si lo mejor es ir a despedirme, ya me despedí muchas veces atrás y por más que lo haga una vez más, nunca es un adiós, un chao. Siempre se vuelven hasta luego, nos vemos...

Pero quizás, tengo que ir a decirle adiós a esa yo que se detuvo en el universo y se olvido cómo dejar de llorar/te. Una vez más volví a ser la niña pequeña que se escondía en la esquina de su escritorio a dejar el agua correr.

Ya me han dolido muchas cosas en la vida pero tengo un problema: acarreo con las penas en mi espalda a lo Atlas con el mundo. Pero pasará, todos dicen que pasará, que encontraré a alguien, que todo será distinto. Lo más divertido es que nunca nadie es ese alguien.

Mientras más avanzo más se oscurece el cielo. Mientras más miro el reloj más se queda detenido en la misma hora. A veces es tarde para arrepentirse, pienso. Y otras veces, cuando lo más lógico sería hacerlo para volver a "eso mismo", una no quiere hacerlo, ya no.

En Berlín no ha dejado de llover.



*Marcela Serrano

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