jueves, 22 de abril de 2010

Bizarro

Nunca había visto que los pasajeros hablaran y le dieran sugerencias al chofer del bus, menos aún, que éste último las tomara en cuenta y obedeciera.

Creo que me toco el bus más raro de todo el mundo. Fue el último que salió de la estación, exactamente el quinto con letra D - antes, por orden, se fue el S, la A, el M y el X-; para un viaje que duraba 12 horas no tenía baño, quién sabe cómo se les hecho a perder y le permitieron funcionar así; la reservación del ferry para salir de la isla de UK la habían hecho para la una de la mañana, no para la una de la tarde que fue a la hora que llegamos y para más remate; Eurolines se había equivocado y puso en nuestro bus a tres personas que iban con dirección a otro lado.

Después de dormir, para ver si cuando despertaba me iba a dar cuenta que todo esto era una pesadilla, abrí los ojos y mi vecino de puesto que por cara debe haber tenido unos 23 años, iba sentado al lado del chofer de copiloto. Cada cierto rato daba indicaciones por el micrófono y trataba de “solucionarle” el problema a los pasajeros que tenían que estar en cualquier otro lugar menos en ese.

En definitiva, todo fue cambiando. La señora de Hungría, que inicialmente daba ordenes, después alegaba por los equivocados y retaba a unas personas que se habían quedado más del tiempo estipulado en una parada. Los equivocados se bajaron, creo que en Bruselas, para tomar algo y dirigirse a su país y yo cuando llegue al destino final, dejé mi chaqueta de cuero tirada en el asiento dada las ganas que tenía de escapar de ese mundo paralelo lo más rápido posible.

Hoy por suerte, recupere mi chaqueta y lo otro no es más que un bizarro recuerdo.

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