lunes, 27 de septiembre de 2010

Moscas en el campo

Lo siguen. A él, a sus botas, a sus gritos. Lo siguen cuando patea perros, cuando se jotea a la primera que le mueve el culo, cuando le tira un baguette a un compañero en la cara porque tenía hambre y se hizo un pan que él considero un exceso. Lo siguen como la abeja a la miel, sin permitirle ni siquiera un suspiro. La verdad es que lo siguen como las moscas siguen a la mierda, porque mucho más que mierda él nunca podrá ser.

A ti también te buscan pero les cuesta encontrarte. Tu mierda aparece lentamente, ya llevas años de práctica escondiéndola atrás de esa cara blanca y cuerpo pequeño, tienes experiencia. Pero aún así las moscas te siguen. Cuando mientes, cuando manipulas, cuando grabas conversaciones con tu celular, cuando dejas a personas hablando solas, cuando dices que si quisieras podrías despedir a todos porque nadie te sirve, cuando prometes que nos has dado el alta y cada uno de nosotros sabemos que eso no es verdad. Se huele a lo lejos.

El día que me despidieron estaba lleno de moscas que revoloteaban tu cabeza. Tu no las veía pero yo sí. Las vi cuando mentiste diciendo que me ibas a dar un adelante, cuando engañaste pagándome menos horas y diciendo que había una que no había cumplido por no llegar -vivías conmigo, lo recuerdas? tu me dijiste que no asistiera a trabajar a las diez de la noche porque tu jefe se había equivocado en la temperatura de las uvas y yo, con otros, ya habíamos ido en la mañana para volver-. Se te salía la mierda por los poros cuando decías que mi despido era porque tenía mala relación con mis compañeros, que era problemática y que ellos habían alegado de mi. Entonces, te digo a ti ahora, por qué no me echaste mucho antes y no un día antes de terminar?

Las moscas ahora se mueven por la isla a tu acecho. Veo su estela cuando voy a Seguridad Social, cuando reclamo por la copia de mi hoja de despido firmado con un NO CONFORME que te hizo hervir la sangre, cuando me niegas mi certificado de empresa. Las veo cuando vas al bar donde mis compañeros y yo nos juntamos a pasarle a todos los papeles menos a Tao y a mí, te escuchan cuando dices que te estoy acosando por estar ahí, que me vas a denunciar.

Pero sabes qué, me das pena. Tu debes haber nacido y te debes haber criado con las moscas, en una casa llena de mierda. Mierda con la que intentarás seguir manchando a todos a tu paso. Pero conmigo no chicoca, conmigo no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario